domingo, 7 de abril de 2024

Tristán e Isolda (fragmento) en versión de Joseph Bédier

 

I Meta de comprensión: 

¿Cómo se presenta el amor en un texto literario medieval?

II Texto:

Capítulo IV:

Cuando se acercó el tiempo  el tiempo de entregar a Isolda a los caballeros de Cornualles, su madre recogió hierbas, raíces y flores, las mezcló con vino y compuso un poderoso brebaje. Cuando lo hubo elaborado, gracias a su ciencia y magia, lo vertió en un frasco y le dijo en secreto a dijo a Brangel:

—Hija mía, tú  seguirás a Isolda hasta ell país del rey Marcos, y sé que la amas con lealtad. Toma, pues, este frasco de vino y recuerda mis palabras. Ocúltalo de manera que ningún ojo lo vea, ni ningún labio lo pruebe. Pero, cuando llegue la noche de bodas y el momento en que se deja solos a los esposos, vierte este vino de hierbas en una copa y ofrécesela para que beban juntos de ella el rey Marcos y la reina Isolda. Ten cuidado, hija mía, de que sólo ellos prueben este brebaje porque tiene una virtud que aquequellos que lo beban juntos, se amarán con todos sus sentidos y con todo su pensamiento, para siempre, en la vida y en la muerte.

Brangel prometió a la reina que cumpliría su voluntad.

La nave, hendiendo las profundas olas, se llevaba a Isolda. Pero cuanto más se alejaba de la Irlanda, más tristemente se lamentaba la doncella. Sentada bajo la tienda donde se había encerrado con Brangel, su sirvienta, lloraba de nostalgia al recordar su país; ¿Adónde la llevaban aquellos extranjeros? ¿Hacia quién? ¿Dónde la empujaba el destino? Cuando Tristán se le acercaba y quería consolarla con dulces palabras, se irritaba, le rechazaba y sentía el corazón henchido de odio.

Había venido él, el raptor, el asesino de Morholt; la había arrancando con astucia de su madre y de su país y ni siquiera se la había dejado para él. ¡La llevaba como una prisionera a través de las olas, hacia una tierra enemiga!

—¡Mísera de mí! —decía ella—. ¡Maldita sea la mar que me lleva! ¡Más me valdría morir en la tierra donde nací que vivir en tierra extraña!

Un día los vientos amainaron; las velas colgaban deshinchadas a lo largo del mástil. Tristán mandó desembarcar en una isla y, cansados del mar, los cien caballeros de Cornualles y los marineros bajaron a la playa. Sólo Isolda permanecía en la nave con una joven sirvienta. Tristán se acercó a la reina tratando de apaciguar su corazón. El sol estaba ardiente y pidieron de beber. La joven criada buscó alguna bebida hasta que descubrió escondido el frasco confiado a Brangel por la madre de Isolda.

—¡He encontrado vino! —exclamó.

Pero no era vino; era la pasión, la áspera alegría y la angustia sin fin; era la muerte. La muchacha llenó una copa y la presentó a su señora. Bebió a grandes tragos y luego la tendió a Tristán, que también bebió.

En este instante entró Brangel  y los  vio con asombro que se miraban en silencio, como extraviados, como hechizados, con loco embeleso. Ante ellos estaba la copa casi vacía. Tomó la copa, corrió a popa y la arrojó al mar gimiendo:

—¡Desgraciada de mí! ¡Maldito sea el día en que nací y maldito el día que subí a esta nave!¡Isolda, amiga, y vos, Tristán, habéis bebido vuestra muerte!

De nuevo la nave se encaminaba a Tintagel. Le parecía a Tristán que una zarza viva de agudas espinas y flores olorosas flores echaba sus raíces en la sangre de su corazón y con fuertes lazos ligaba el hermoso cuerpo de Isolda a su cuerpo, a todo su espíritu, a su pensamiento  y a todos sus deseos. Pensaba:

«Andret, Denoalén, Ganelón y Gondoine, vosotros me acusabais de codiciar la tierra del rey Marcos, ¡pues no! ¡Soy más vil todavía, y no es su tierra lo que codicio ya! Buen tío, que me habéis amado huérfano, aun antes de reconocer la sangre de vuestra hermana Blancaflor; vos que me llorabais tiernamente mientras vuestros brazos me llevaban a la barca sin velas ni remos, buen tío, ¿por qué desde el primer día no habéis arrojado lejos de vos al niño errante venido para traicionaros? ¡Ay de mí! ¿Qué he pensado? Isolda es vuestra esposa y yo vuestro vasallo. Isolda es vuestra mujer y yo vuestro hijo. Isolda es vuestra mujer y no debe amarme»

Pero Isolda lo amaba y quería odiarle, sin embargo: ¿no la había desdeñado vilmente? Y se torturaba el corazón por este amor más doloroso que el odio.

Brangel les observaba con angustia, más cruelmente atormentada aún, pues sólo ella sabía el daño que había causado. Les espió durante dos días, vio como rechazaron todo alimento, toda bebida y todo refrigerio, los vio buscarse mutuamente como ciegos que caminan uno hacia otro. Infelices cuando languidecían separados, más infelices todavía cuando, reunidos, temblaban ante el horror de la primera confesión.

Al tercer día, cuando Tristán se encaminó hacia la tienda levantada sobre el puente de la nave, Isolda le vio acercarse y le dijo humildemente:

—Entrad, señor.

—Reina —dijo Tristán—, ¿por qué me habéis llamado señor? ¿No soy, por el contrario, vuestro súbdito y vuestro vasallo para reverenciaros, serviros y amaros como a reina y señora?

Isolda respondió:

—No, ¡tú sabes que eres mi señor y mi dueño! ¡Tú sabes bien que tu fuerza me domina y que soy tu sierva! ¡Ojalá hubiera avivado en su día las llagas del juglar herido! ¡Ojalá hubiera dejado morir al matador del monstruo en las hierbas del pantano! ¡Ojalá hubiera descargado sobre él la espada empuñada cuando yacía en el baño! ¡Ay! ¡Yo no sabía entonces lo que ahora sé!

—Isolda, ¿qué sabéis, pues, hoy? ¿Qué es lo que os atormenta?

—¡Ah! Todo lo que sé me atormenta y todo lo que veo; ¡y también este cielo, y este mar, y mi cuerpo, y mi vida!

Apoyó un brazo en el hombro de Tristán; las lágrimas extinguieron el fulgor de sus ojos y sus labios temblaron. Él repitió:

—Amiga, ¿qué es, pues, lo que os atormenta?

Ella respondió:

—Vuestro amor.

Y entonces él puso los labios sobre los suyos. Pero cuando por primera vez saboreaban juntos un goce de amor, Brangel, que les espiaba, lanzó un grito, y con los brazos extendidos y con la faz enrojecida por las lágrimas, se arrojó a sus pies:

—¡Desdichado! ¡Deteneos, volved hacia atrás si podéis todavía! Pero no, el camino no tiene vuelta. Ya la fuerza del amor os arrastra y no tendréis jamás goce sin dolor. Es el vino de hierbas que os embriaga, es el brebaje de amor que vuestra madre, Isolda, me había confiado. Sólo el rey Marcos lo debía beber con vos; pero el Enemigo se ha burlado de los tres y vosotros habéis vaciado la copa. ¡Amigo Tristán, Isolda amiga, en castigo de la mala custodia que he hecho, os abandono mi cuerpo y mi vida; ya que por mi culpa, en lacopa maldita, habéis bebido el amor y la muerte!

Los enamorados se abrazaron; sus hermosos cuerpos palpitaban de deseo y de vida. Tristán dijo:

—¡Venga, pues, la muerte!

Y cuando llegó la noche, sobre la nave que avanzaba más rápida que nunca hacia la tierra del rey Marcos, unidos para siempre, se abandonaron al amor.

Capítulo V:

El rey Marcos salió a la playa para recibir a Isolda la Rubia. Tristán la asió de la mano y la condujo ante el rey; el rey tomó posesión de ella, cogiéndola a su vez de la mano. Con grandes honores la llevó hacia el castillo de Tintagel y, al aparecer en la sala entre los vasallos, su belleza irradió una claridad tan maravillosa que los muros se iluminaron, como dorados por el sol naciente. Entonces el rey Marcos alabó a Tristán y a los cien caballeros que, en la nave aventurera, habían ido a buscar la alegría de sus ojos y de su corazón. Pero ¡Ay, noble rey!, la nave también os trae triste duelo y los duros tormentos.

Dieciocho días después, habiendo convocado a todos sus nobles, tomó por mujer a Isolda la Rubia. Pero llegada la noche, Brangel, a fin de ocultar el deshonor de la reina y para salvarla de la muerte, ocupó el lugar de Isolda en el lecho nupcial. En castigo a la mala custodia que había hecho en el mar, y por amor a su amiga, sacrificó, fiel, la pureza de su cuerpo; y la oscuridad de la noche ocultó al rey su astucia y su vergüenza.

Los cronistas pretenden que Brangel no había arrojado al mar el frasco de vino de hierbas no apurado por completo por los amantes; sino que, al amanecer, después que su señora hubo entrado en el lecho del rey Marcos, Brangel vertió en una copa el resto del filtro y la presentó a los desposados; cuentan que Marcos bebió bastante de él y que Isolda tiró su parte, a escondidas. Pero sabed, señores, que estos cronistas han corrompido la historia, falseándola. Si han imaginado esta mentira es por no haber sabido comprender el maravilloso amor que Marcos profesó siempre a la reina. Es muy cierto, como vais a oír pronto, que a pesar de las angustias, el tormento y las terribles represalias, nunca pudo Marcos arrancar de su corazón, a Isolda ni a Tristán; pero sabed, señores, que no había bebido el vino de hierbas, ni hubo veneno ni sortilegio que le inspiraran el amor, sólo la tierna nobleza de su corazón.

III Vídeo:

Acá puedes ver otra versión de la leyenda de Tristán e Isolda:


IV Profundización

Aquí puedes descargar completa la versión Joseph Bédier, de esta historia, sólo debes pinchar acá

V Actividades:

1. ¿Qué tipo de texto es leído?
2. ¿Por qué crees que Brangel se refiere al brebaje como algo que ocasionará muerte?
3. ¿Qué acciones, ambientes o personajes te representaste mentalmente?
4. ¿Qué representa el filtro? ¿Crees que efectivamente provocó el amor entre Isolda y Tristán?
5. ¿Cuál es la visión general del amor que presenta el texto?
6. ¿Corresponde Tristán al ideal masculino que aparece descrito en la página 16 del libro de texto?
7. ¿Qué es el amor cortés?
8. ¿Qué ocurriría si agregas un personaje a esta historia? ¿Cómo cambiaría? ¡Hazlo!
9. Haz la ficha literaria de este relato.

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